Despiertas por la mañana, respiras profundo y agradeces enormemente el estar vivo, observas a tu alrededor y sabes que probablemente hoy sea un día lleno de aventuras, confías en que de todas puedas aprender algunas cosas y que ninguna sea difícil en su enseñanza.
Hay momentos de nuestra existencia donde tenemos que tomar decisiones. Decisiones que hacen que no permanezcamos inmóviles, en un punto fijo, mientras somos arrastrados por el ritmo frenético de la vida.
Tomar decisiones siempre nos resulta difícil, sobretodo cuando entran en juego las emociones, sentimientos, rasgos de personalidad, experiencias…
¿Sientes que ese ya no es tu sitio? ¿Sientes que en cualquier otro lugar, con cualquier otra persona o con cualquier otro empleo te sentirías más pleno? Hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo.
Mientras sigamos vivos tenemos el poder sobre qué camino elegir, qué personas queremos que nos acompañen, qué soluciones tomar ante las diferentes circunstancias; porque cuando lo hagas y te sientas realmente feliz, el camino que has recorrido hacia ese bienestar habrá merecido la pena.
Toma decisiones, y si sientes paz, es que estás en el camino correcto.