Mucha gente está convencida de que vivimos en una época en que la felicidad no sólo no es el único objetivo de su vida, sino una obligación, como si ser feliz fuera una forma de trabajo.
Otros dan la impresión de estar sumergidos en la religión de la felicidad, en la que el dogma es mirar hacia adelante sin voltear atrás y no tener tiempo para la tristeza.
Hace algunos años, en algunas estaciones de radio nos decían que nos uniéramos a los optimistas, que una sonrisa es la llave que abre cualquier puerta, que los pensamientos positivos evitan que nos enfermemos y que, cuando ya estamos enfermos, el alivio llega más rápido.
Sin embargo, a pesar de lo que consideren los gurús de la felicidad, ésta no sería un asunto personal, sino de nuestros gobiernos. En 2012, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), “como reconocimiento a la importancia de la felicidad en la vida de las personas de todo el mundo” y porque “la felicidad y el bienestar son objetivos universales”, declaró el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad.
Así, a partir de 2013, cada año la ONU publica su Informe Mundial de la Felicidad, un análisis sobre el estado de la felicidad en cada país, en colaboración con Gallup, Inc., la empresa que hace encuestas sobre la felicidad en el mundo.
En la clasificación para 2019-2021, los países mejor situados fueron Finlandia, Dinamarca, Islandia, Suiza, Países Bajos, Luxemburgo, Suecia, Noruega, Israel y Nueva Zelanda.
Los resultados del 2022 fueron muy similares. Finlandia fue considerada como la nación más feliz del mundo por quinta vez consecutiva. Le siguieron Dinamarca, Islandia, Suecia, Suiza, Israel, Irlanda, Países Bajos, Nueva Zelanda y Costa Rica.
En esta lista de los países más felices, México ocupa el lugar 46 entre 146 encuestados. El menos feliz fue Afganistán.
Según Gallup, sus encuestas miden “los intangibles de la vida”, como los sentimientos y emociones, que no miden los indicadores económicos, como el producto interno bruto (PIB).
¿Qué es la felicidad?
¿Algo permanente en nuestras vidas o una experiencia espontánea? Daniel Kahneman, ganador del Premio Nobel de Economía en 2002, encontró en sus investigaciones que buena parte de la gente no busca la felicidad. Aunque pensamos que queremos ser felices, dice, muchos trabajamos en la dirección contraria.
Para este psicólogo y economista, satisfacción y felicidad son cosas distintas. Según él, la felicidad es una experiencia que surge de manera espontánea y es efímera, en tanto que la satisfacción es un sentimiento a largo plazo, que se construye a medida que pasa el tiempo a partir de los logros alcanzados para construir el tipo de vida que cada quien admira.
Explica que trabajar hacia una de las dos metas podría debilitar nuestra capacidad para experimentar la otra. Al medir la felicidad cotidiana —las experiencias que hacen que la gente se sienta bien—, Kahneman encontró que pasar tiempo con los amigos es algo muy efectivo. Pero a quienes se enfocan en sus metas a largo plazo, que son muy satisfactorias para ellos, no les importa la socialización, ya que están ocupados en sus grandes proyectos.
En cuanto al dinero, Kahneman considera que tiene una influencia muy importante en la vida satisfactoria y que influye en la felicidad cuando no se tiene. La pobreza crea sufrimiento, pero más allá de cierto nivel de ingreso que satisface nuestras necesidades básicas, la riqueza no incrementa la felicidad.
Si una persona no pasa hambre, si tiene ropa que la cubra, un lugar donde vivir y las otras necesidades básicas cubiertas, entonces esa persona podría ser tan feliz como la más rica del mundo. Además, a diferencia de la satisfacción, que es retrospectiva, la felicidad ocurre en tiempo real.
Felicidad: ¡Sin presiones!
No podemos entender la felicidad como una meta porque nunca hay un final, siempre podemos ser más o menos felices de lo que somos en este momento.
Siempre puede haber motivos que nos tiren para abajo y, generalmente, siempre vamos a poder hacer cosas para estar mejor. Debemos intentar romper esa visión dicotómica: soy feliz o no lo soy.
5 elementos clave para el bienestar y la felicidad
Positividad: Vivir emociones positivas más frecuentemente que las negativas, adoptando un pensamiento optimista.
Relaciones Interpersonales: Las personas más felices mantienen buenas relaciones con otros.
Involucramiento: Asociado al «flow», concentración plena en una actividad que captura completamente nuestra atención.
Significado: Creer que nuestra vida tiene un propósito contribuye significativamente a nuestra felicidad.
Metas Alcanzadas: La satisfacción que deriva de enfrentar desafíos y lograr objetivos.