Hasta que no nos sentimos perdidos, no empezamos a encontrarnos. Esta reflexión de Henry David Thoreau pone de manifiesto la confrontación personal necesaria para encontrarnos a nosotros mismos. Admitir que nos hemos perdido no es fácil, llegar a aceptarlo pone al límite a nuestras fuerzas.

La vida consiste en un constante proceso de decisión. Con cada elección que hacemos, nuestra vida se dirige hacia uno u otro lugar, se bifurca, se desdobla, se reencuentra y nos sorprende.

Vivir es elegir, y como bien sabemos a veces acertamos y otras no, unas veces damos en el clavo y otras erramos. Esto ha sido, es y será una constante en el camino de la vida. Y no pasa nada.

Tenemos que permitirnos fallar, equivocarnos y errar. Este proceso de prueba y error es el que nos conduce al aprendizaje y a la madurez vital. Aceptemos que con cada decisión podemos estar equivocados, y si es así ¿qué importa?

Con cada equivocación estaremos más cerca de encontrar nuestro camino, siempre que estemos dispuestos a aprender de esos errores. El que verdaderamente se equivoca es aquel que por temor a equivocarse, a no alcanzar sus metas, se queda inmóvil.

Como se suele decir, los peores errores en esta vida son frecuentemente aquellos que no cometemos. Cómo gestionamos nuestras equivocaciones dice mucho de nosotros mismos.

Abramos una nueva posibilidad que nos genere un nuevo panorama, una nueva perspectiva para poder encontrar ese camino, nuestro camino, sin quizás tener que perdernos “varias veces”.

Te invito a ser todo lo que te animes a ser y a sentirte feliz sintiendo la vida a través de tus experiencias.

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