¿Qué es la terapia culinaria?

La Terapia Culinaria es una herramienta de intervención psicológica que utiliza la cocina y el cocinado para trabajar sobre distintos aspectos del área de la persona. Entre las diferentes áreas que se pueden trabajar, nos centramos en el área psicológica, haciendo inciso principalmente en el desarrollo personal, la autoestima, el manejo de la ansiedad y las diferentes habilidades para mejorar nuestro bienestar emocional en el día a día.

En terapia culinaria no se habla de dietas, tampoco de la relación con la comida o de alimentación terapéutica. La terapia culinaria va sobre amasar, pelar, picar, cocer, saltear y hornear. Cocinar puede ser una herramienta para mejorar el bienestar psicológico, una actividad que, aunque para muchos sea aburrida y rutinaria, tiene enormes beneficios para nuestra salud mental.

Más allá de que los alimentos que ingerimos sean saludables o no para nuestro organismo, cocinar como actividad en sí misma puede ayudarnos a combatir problemas como el estrés o la ansiedad. ¿Quieres conocer cuáles son los múltiples beneficios de la cocina terapéutica?

Mejora la interacción, alivia el estrés, aumenta la autoestima y  frena el pensamiento negativo

Por una parte desarrollamos la conciencia sensorial ,los sentidos se activan, ya que cocinamos con la vista, el olfato, el gusto, el tacto y el oído. Los aromas, la sensación de texturas de los alimentos, los colores y los sabores se convierten en un medio de experiencia sensorial.

Es una auténtica terapia de integración sensorial y ayuda a lidiar con lo que se ve, se huele, se escucha y se saborea.

Proporciona el desarrollo de la atención, de las habilidades vitales, auditiva, táctiles, de lateralidad, de la memoria, del sentido espacio-temporal, de las habilidades superiores de pensamiento, de las inteligencias múltiples, de la creatividad y de las funciones ejecutivas, la cocina nos brinda un apoyo indiscutible para desarrollar esas habilidades y reforzar el proceso de mejora de esas dificultades.

Por otra compartir el proceso de cocinar y comer con los demás es muy útil, pues algunas personas se sienten socialmente aisladas por lo que tener la excusa para estar en la cocina o en torno a una mesa con otros aumentan las habilidades sociales y la confianza.

La capacidad de comer y compartir la comida es muy primario. Es un aprendizaje vivencias pues aprendemos de la experiencia participativa y activa mejorando la capacidad para desenvolvernos.

Implica una planificación estructurada, una organización, un límite de tiempo, comprensión, consciencia sensorial (estar atento a no quemarse, no cortarse), movimiento y coordinación, desarrollo cognitivo en la resolución de problemas.

Así que, ¿cocinar como terapia ayuda también a quien no sufre ninguna patología?

Por supuesto. La cocina como herramienta terapéutica no solo está pensada para personas que padezcan algún tipo de patología o diagnóstico. Cualquier persona puede utilizarla como herramienta para trabajar en diferentes aspectos que consideren que requieren atención de su mundo interno y emocional.

¿Qué habilidades desarrollamos al cocinar?

Las habilidades que podemos desarrollar mientras cocinamos son variadas. La cocina puede ayudarnos a mejorar nuestra comunicación tanto con nosotros mismos como con los otros, a fomentar nuestra atención y relajación, y a desarrollar nuestra autoconciencia y autoestima. Así mismo, puede ayudarnos a ejercitar nuevos procesos de aprendizaje, mantener la memoria, y desarrollar nuevas competencias para resolver problemas y mejorar nuestra planificación y organización de tareas, así como que es un gran recurso para fomentar la creatividad y la expresión emocional.

Combate la depresión y la ansiedad

En Estados Unidos, existen terapias expresamente implantadas por profesionales de la salud mental que promueven cursos y actividades de cocina pensados para pacientes con distintos problemas. Esta actividad ayuda a combatir la depresión y es un método eficaz contra el estrés y la ansiedad.

Durante horas estas personas aprenden cocina, algunos desde cero. Esa necesidad de seguir a los maestros para no perderse ningún paso e ir añadiendo constantemente conocimientos culinarios les permite desconectar de sus propios problemas.

Así, centran toda su atención en la cocina y no evitan pensar en su condición. Les hace tener otra perspectiva de lo que significa “buscar ayuda psicológica”, pues no es algo en lo que se suela pensar cuando se hace terapia con profesionales de la salud mental.

Conocer nuevos alimentos, emplear nuevas técnicas de cocinado, imitar recetas de amigos o familiares, investigar nuevas combinaciones, crear nuevos platos… Todo esto nos mantiene activos. Además de estos beneficios individuales, puede ser un trabajo colectivo, que unifica y socializa.

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