Cocinar y comer no es solo una actividad indispensable desde un punto de vista biológico: también a nivel simbólico ocupa un lugar fundamental en nuestras vidas

La cocina terapéutica procura sacar partido de sus características más lúdicas y creativas, con el fin de mejorar los vínculos interpersonales y lograr una vida más saludable

Y también se propone aprovechar sus beneficios para estimular aspectos como la memoria, la capacidad de organización y la consciencia sensorial, es decir, cocinar permite desarrollar algunas habilidades específicas que pueden ayudarnos a mejorar nuestro bienestar.

¿Qué es la cocinoterapia?

La cocinoterapia consiste, por tanto, en el uso terapéutico de cocinar, uso que se alcanza mediante la utilización de la elección de ingredientes y su compra, y de la preparación de los alimentos, como un tiempo de relajación personal para combatir el estrés, alejar los pensamientos negativos de nuestra mente y, al final del proceso, disfrutar con el resultado obtenido.

Beneficios de la cocina terapéutica

Creatividad. Es necesaria para combinar los ingredientes de formas atractivas y originales y lograr, de ese modo, resultados satisfactorios.

Organización. Tanto a nivel físico como mental, la organización es vital para la cocina. Hay que estar atentos a contar con todos los ingredientes, tenerlos en sitios accesibles, ejecutar cada paso de una receta en el orden preciso y tener en cuenta la duración de cada paso antes de realizar el siguiente. Esta disciplina puede luego trasladarse al resto de la vida.

Paciencia y relajación. Cada plato lleva su tiempo y no hay otra opción que adaptarse a él. Esto ayuda a dejar de lado las prisas de la vida cotidiana y, en consecuencia, a relajarse, mientras se enfoca toda la atención en el procedimiento.

Memoria y aprendizaje. Por supuesto, cocinar también contribuye con la memoria: a medida que uno practica, recuerda y aprende los pasos a seguir para preparar los platos y las utilidades y funciones de los ingredientes. Es este conocimiento el que luego permite combinaciones nuevas y, por ende, desarrollar la creatividad.

Resolución de problemas. Con mucha frecuencia, quien cocina se enfrenta a problemas y situaciones imprevistas, ante los cuales debe actuar de inmediato. Esta capacidad de tomar decisiones sobre la marcha, algo que les cuesta mucho a algunas personas, es otra de las habilidades que la preparación de alimentos puede ayudar a desarrollar.

Conciencia sensorial. Cocinar es una tarea que, quizá como ninguna otra, pone en acción los cinco sentidos. Colores, formas, texturas, sonidos, sabores, aromas: todo se pone en juego durante la elaboración de un plato. Es una forma de estimular la concentración y la coordinación, y también -en un mundo como el nuestro, tan dominado por lo visual- un modo de valorar muchas características de diversos productos, más allá de la imagen.

En conclusión, puede afirmarse que la cocina se ha convertido para muchos en una vía de escape y en una estrategia de relajación para acabar con el estrés. Por otro lado, también permite la satisfacción personal al promover la consecución de pequeños logros.

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